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En el área de las Minas de la Pena Amarilla encontramos decenas de bocas de minas que testimonian antiguas explotaciones clandestinas. Estas pueden ser observadas desde un punto panorámico o recorriendo un recorrido incluso junto a las mismas. Fueron exploradas por las «pilas», principalmente arouquenses en el tiempo de la llamada «Fiebre del Volframio». En el período auge de la Segunda Guerra Mundial, los «pilas» se aventuraron a abrir la selección la dura roca con la esperanza de encontrar el «oro negro» que le permitiría hacer una pequeña fortuna. Más tarde, en 1953, estas minas fueron concesionadas habiendo obtenido el permiso para la llamada Pena Amarilla nº 1 y Pena Amarilla nº 2. La falta de salida del producto llevó, al igual que todas las otras minas de volframio en Arouca, a su abandono en 1988. Además de toda la carga histórica y minera que aquí se respira, el arreglo escénico del paisaje envolvente es también inolvidable. El paisaje está marcado por valles fuertemente encajados donde corren aguas límpidas y cristalinas como la ribera de la Cobela y la Ribeira da Pena Amarela, que confluyen allí muy cerca. La ribera de la Cobela forma hasta una caída de agua que sostiene la mirada del senderista.
La explotación de las Minas de la Pena Amarela se relaciona con la explotación de tungsteno y estaño que ocurrió en el pasado en la región de Arouca y que integran un conjunto de depósitos que ocurren desde Galicia a Castilla (España) atravesando el norte y centro de Portugal, estableciendo el denominado "Estane-volframítica provincia metalogénico Ibérica". Este hecho hace que Portugal, el país más rico de Europa este mineral, por lo que fue codiciado por Inglaterra y Alemania sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial, dado el uso de este mineral en la fabricación de armas y municiones.