







































Oro negro para los ingleses
Desde el inicio del s. XX que los «Manifestos de Minas» declararon numerosas áreas de interés metalífero en la región de Regoufe, y el 9 de enero de 1915 se concede el permiso de explotación, para la denominada «Mina de Regoufe» o «Poza da Cadela» al ciudadano francés Gustave Thomas. El yacimiento de W-Sn de Regoufe se sitúa en el borde sureste del plutonito granítico homónimo, donde la volframita es la mineralización más frecuente, a pesar de la ocurrencia de alguna casiteritis. También existen algunos sulfuros, como la arsenopirite, la deshecha y la pirite, así como otros minerales de menor relevancia como la bismutitis, limonita, escoroditis, autunite y bindheimite. Entre los minerales silicatados que soportan la mineralización se destaca el cuarzo, seguido de alguna moscovitis, berilo y apatita.
En 1941, la principal compañía de exploración W-Sn en Regoufe se estableció, la Sociedad Portuguesa de Minas, que trabajó principalmente con capital británica y la administración. Se ha conocido como la Compañía Británica y se deben importantes mejoras en la región, como la apertura de la carretera desde el puente de Telhe, la instalación de electricidad y el teléfono en las minas. Sin embargo, las menores inversiones efectuadas por la «Compañía Inglesa» en comparación con la «Compañía Alemana» se debió al hecho de que los ingleses explotan el volframio no por necesidad directa de la materia prima, sino para bloquear el acceso de los alemanes a la misma.
La mina de la «Poza da Cadela» posee un área de explotación de W-Sn de cerca de 57 ha e integra tanto las instalaciones técnicas y administrativas, como las residencias y diversas entradas de galerías. Fue la concesión más rentable del área minera de Regoufe, que se encuentra «inmortalizada» por múltiples galerías y escombreras repartidas por toda esta región.
Este polo minero se encuentra bien demarcado espacialmente de la aldea agrícola tradicional homónima, de la que dista pocos cientos de metros. Las ruinas monocromáticas de granito sorprenden por el estado de abandono y destrucción, confiriendo a este lugar un extraño sosiego, apenas entrecortado por el viento y por un rebaño de cabras, que a veces agitan las laderas y asombran el silencio.
El núcleo del complejo minero, donde las construcciones curiosamente alternan con las bocas de diversas minas, se encuentra dispuesto en anfiteatro alrededor de un área relativamente plana por donde corren una pequeña línea de agua que drenan las galerías. En el lado Norte y Nordeste se concentran las instalaciones técnicas y administrativas, destacándose el edificio de dos pisos donde funcionaron las oficinas, el cual dominaba una especie de ancho o de praceta superior, envuelto por diversas construcciones esparcidas por la ladera y destinadas a talleres, central eléctrica, almacenes, entre otras. Las instalaciones de la lavadora, sucesión de tanques y maquinaria dispuestas en la ladera, son prácticamente las últimas del complejo, el Sudoeste. En el lado opuesto, la naciente, la mayor parte de las construcciones tenían carácter residencial, destacándose sobre todo el "barrio" de pequeños compartimentos, alineados en notoria extensión y dispuestos en doble plataforma, que constituían las "casas de los mineros". Por último, es aún posible identificar las instalaciones sanitarias, el «club», la «venta» y hasta una pequeña caballeriza.